Los gerentes y garantes de un estado, no pueden sistemáticamente echar balones fuera y más cuando hay en juego unas elecciones, que seguramente marcarán las generales del próximo año.
Cuando no queda respuesta coherente, parece estar permitido cargar las culpas a la oposición o a presidentes anteriores. Menos mal que no carga la artillería contra el pueblo llano.
Un pueblo desconcertado que sufre, diariamente y en sus carnes, la incompetencia, la obstinación y el desánimo.
Un pueblo sacrificado, que viaja en un barco sin rumbo fijo, con los motores estropeados y cuyo capitán parece desconocer, las aguas por donde navega.
Vemos como otros países si saben salirse de éste pozo. El referente mundial, EEUU, sigue haciendo sus deberes de forma autónoma, mientras que Europa, algunos de sus miembros mira con desconfianza la casa del vecino.
Lo que no entiendo muy bien es por qué se necesitan tantos y tantos dirigentes y directivos. ¿Realmente están bien preparados los políticos para dirigir económicamente un país? Quisiera creer que sí, pero la verdad es que no lo están demostrando.
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