Me sorprendo con la noticia de turno:"Bin Laden, ha muerto". Bajo decenas de titulares de los diarios, tal evento podría representar un logro más en la respuesta de los países democráticos, a los extremismos de cualquier índole. A mí me produce cierta incredulidad y desasosiego.
Desde los atentados del 11-S, la captura de Osama bin Laden ha sido la gran asignatura pendiente. El mundo clamaba venganza a la crueldad y sinrazón de su gran atentado. Hoy todos nos felicitamos.
Pero existe una realidad y un mañana. Los fabricantes de armas tienen que continuar enriqueciéndose. Los países las compran para mantener el orden y la represión. El pueblo oprimido, tiende a revelarse. El juego está servido.
Imperturbablemente, seguimos abriendo frentes de batalla. ¡Acaso la captura y ejecución de Saddam Hussein, ha contribuido a la paz en Irak?
¿El lanzamiento de bombas atómicas, de napalm, de racimo o cualquier otro artilugio bélico, no son acaso formas de terrorismo?
Creo que el dialogo y el entendimiento mutuo, son las únicas armas con las que deberíamos combatir en ésta "torre de Babel" en que hemos convertido nuestro mundo.
Para extender la democracia como forma de convivencia, tendríamos primero que lograr que dicha opción fuera realmente justa, libre y respetuosa con todos los géneros, razas, culturas y religiones.
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