Hoy es uno de tantos días, la mayoría en los últimos dos años, en que sigo buscando trabajo. Ya no sé si cambiar mi curriculum y poner que únicamente tengo estudios básicos o engañarles con la edad.
Algo y mucho, falla en el sistema. Parce ser que los mayores de cincuenta ya no servimos para mucho.
Las puertas se cierran incluso antes de llamar en ellas.
Una vez más, después de leer las noticias de todo el mundo, aún pienso que mi problema es menor.
Es indignante que en el siglo XXI, en la Europa de las grandes alianzas y proyectos, una de las clausulas fundamentales para la supervivencia de las personas, como es el acceso a un puesto de trabajo y un salario que permita, al menos, poder sacar a la familia adelante, sea todavía una incógnita sin resolver.
Pero todo ésto parece sólo importarle a los cinco millones de parados y a sus familias. También a los que su trabajo pende de un hilo, con un contrato basura.
Los de arriba miran hacia otro lado. Han habido elecciones y hay que salvar el "futuro personal".
Mientras tanto, seguiremos entregando solicitudes de trabajo. Aunque ya sin ilusión ni esperanzas.
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