La España más visceral ha emitido su voto. Fuerte castigo al partido gobernante. Hasta aquí, las previsiones se han cumplido.
Ayer se emitieron muchos cheques en blanco. Quizás demasiados.
Personalmente, jamás me han gustado las mayorías absolutas, ni de un color, ni de otro. Gobernar en mayoría puede resultar cómodo para unos, pero peligroso para todos. La verdadera esencia de la democracia pierde el aroma del debate. Los ganadores se acomodan. La oposición, también.
En nuestro país pasamos, fácilmente, de un color a otro.
Zapatero, con el mismo semblante al que nos tiene acostumbrados, dio la cara y aceptó la consabida derrota.
La habían previsto con antelación. La pena es que no hubiera tenido datos de la crisis cuando ésta comenzó a producirse, ya que entonces la negaba.
Al margen de cualquier análisis, lo cierto es que nos queda todavía un largo trecho hasta las elecciones de marzo de 2012. Un camino difícil de recorrer, si quienes nos dirigen, utilizan sus esfuerzos en una lucha interna de poder.
Ahora, más que nunca, sería el momento de gobernar por y para España.
La jornada de ayer, ya es pasado. Cabe mirar el presente y preocuparse de los millones de parados y de la economía. Hay demasiado trabajo por hacer.
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