Mientras los agricultores españoles, hacen números y cábalas, para salir a flote del oscuro pozo dónde les ha sumergido Alemania, el parlamento europeo muestra, una vez más, su cara menos solidaria.
Al tejido económico europeo, no le apetece en absoluto, avalar la buena salud de nuestros productos.
No creo que nos propongan otra cosa que no sea una simbólica ayuda. Pero la culpa no es enteramente de la mal llamada Unión Europea. La culpa es nuestra. Nunca hemos sabido obtener el respeto necesario de nuestros vecinos. Se nos sigue mirando por encima del hombro.
Los consejos y advertencias sobre nuestra economía, se han convertido en la dieta diaria.
Ahora se propone que se suba el IVA, la luz y los carburantes.
En un país sumido en el paro, los desahucios y el empobrecimiento de las familias, las medidas propuestas pretenden ahogar un poco más al sufrido mileurista. Porque no sé si la señora Angela Merkel, es consciente que los sueldos en España y más en ésta crisis, no supera ése rasero. Y contento el que conserva su trabajo.
Pero en los hogares entra cada vez menos dinero y llenar la cesta de los productos básicos, es una verdadera ecuación matemática.
¿Hasta cuando seguiremos aguantando la presión?
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